martes, 8 de septiembre de 2009

VOCACIÓN DE FRANCISCO DE ASIS



EL PROCESO VOCACIONAL DE FRANCISCO DE ASÍS
LOS SEIS ENCUENTROS QUE DETERMINARON SU VIDA

REFERENCIA TEÓRICA DISCIPLINAR
A la pregunta: ¿cómo presentar la vocación de Francisco de Asís a los jóvenes?, se pueden dar varias respuestas, según el punto de partida. Si se pretende partir de las antiguas fuentes hagiográficas, creemos que es necesario cambiar los términos de la pregunta, más o menos así: ¿cómo presentan las fuentes biográficas la vocación del joven Francisco de Asís? El estudio de las fuentes desde esa perspectiva nos permite descubrir un amplio panorama en el que se pueden detectar los grandes pasos de la vocación inicial del santo de Asís como un singular proceso, en el que se entrelazan la iniciativa amorosa de Dios y la respuesta decidida del hombre. Se trata de un estudio que no sólo nos coloca frente a una de las vocaciones más espectaculares de la historia humana sino que, además, suele ser un ejercicio estimulante para cualquier persona, pero de manera muy especial para los jóvenes de hoy y de siempre, pues en el caso del Pobrecillo se conjugan su alto grado de autenticidad con otros valores humanos que cautivan a las nuevas generaciones.
En nuestra reflexión daremos preferencia a las fuentes hagiográficas más primitivas y, dentro de éstas, a las que ofrecen más datos sobre la juventud de Francisco, en particular la llamada Leyenda de los tres Compañeros (TC) que, según la opinión de Raoul Manselli, recupera el período asisiense o juvenil del santo, del cual no quedaron suficientes testimonios en la Vida primera (1 Cel) escrita por Tomás de Celano, tal vez porque el autor no tuvo el tiempo suficiente, o quizá por el enfoque hagiográfico que le quiso dar a su obra. Tal laguna se nota también en las «vidas» que de alguna forma están en relación con ella (en especial la Vita escrita por Julián de Spira y la Legenda versificata de Enrique d’Avranches). De todas maneras tendremos en cuenta las dos «vidas» escritas por el proto-biógrafo y en ciertos casos centraremos también nuestra atención en algunos pasajes de la Leyenda Mayor (LM) de San Buenaventura, dado el valor que tienen las reflexiones del Doctor Seráfico.
La vocación inicial de Francisco o, para ser más exactos, la respuesta que él dio en un primer momento a la llamada que el Señor le hizo, se llevó a cabo durante un proceso lento, en el cual se pueden distinguir seis momentos sucesivos de gran significado, cada uno de los cuales es identificable con un encuentro que resultó determinante en su proceso vocacional, en cuanto aportó un elemento nuevo a su visión de la vida o significó un cambio fundamental en la misma. Los encuentros son los siguientes: 1) consigo mismo; 2) con los pobres; 3) con el leproso; 4) con el Crucifijo; 5) con el Evangelio; 6) con los hermanos.
Aquí daremos una cierta importancia particular al primer paso del proceso, el encuentro consigo mismo, en cuanto constituye, según nuestra modesta opinión, el que más relación tiene con la primera etapa del discernimiento vocacional, la conocida como «pastoral de las evangelizadora». En el contexto de los grupos inscritos.

DESCRIPCIÓN DE ACTIVIDADES
Como primera medida se le dio la bienvenida a los participantes del grupo, tanto nuevos como antiguos; posteriormente iniciamos con la oración y se hizo un recorrido por la temática vista el sábado anterior, a saber la Película Francesco. Luego, se les habló sobre del contexto y la intencionalidad como de las fuentes del autor palpables en la película, y por último pasamos a trabajar en los momentos que marcaron la vocación de Francisco de Asís. Y para terminar compartimos con el grupo sobre impresiones, dudas, aspectos relevantes que nos ayudaban a comprender el legado de Francisco de Asís por medio de un taller.
REFERENCIA TEÓRICA PEDAGÓGICA
Para esta temática consideramos necesario basarnos en el enfoque interestructuralista del conocimiento, “que se basa en los aportes de la epistemología genética, donde se considera que la adquisición del conocimiento no se encuentra, sólo en el sujeto o sólo en el objeto, sino en la interacción entre ambos. En esta situación el nosotros participamos como facilitadores o coordinadores de los aprendizajes. Se destacan en este estilo las técnicas de grupos operativos, que propician grandemente la interacción, como recurso para el desarrollo de los procesos cognoscitivos y los procesos de socialización del conocimiento y del individuo”.
PRIMER ENCUENTRO: CONSIGO MISMO
No existe en las fuentes hagiográficas un único episodio que narre el encuentro de Francisco consigo mismo. Siguiendo el normal proceder de la psicología humana, también en el caso del hijo de Pedro de Bernardone se dio un proceso lento, que no es afrontado de manera explícita por los hagiógrafos, pero que se nota en la búsqueda creciente de momentos de soledad reflexiva, en varios gestos que denotan una situación interior de mayor ponderación y de una diversa toma de posición frente a su presente y su futuro. Este gradual proceso de interiorización se puede ver en diversos episodios de su vida; aquí resaltamos sólo algunos, ocurridos durante su juventud.
En el comportamiento de Francisco cuando se hallaba prisionero en la cárcel de Perusa, podemos descubrir uno de los primeros signos de que en su corazón se estaban dando algunos cambios fundamentales. A decir verdad, sobre su permanencia en esta cárcel no existen muchos datos en las primitivas fuentes. Los más abundantes son los que nos da la Leyenda de los tres Compañeros, en donde se afirma que fue colocado junto con los caballeros, dado que era noble por sus costumbres (quia nobilis erat moribus), y se narra un episodio de gran interés en estos términos: «Un día en que sus compañeros de cautiverio estaban tristes, él, que por naturaleza era alegre y jovial, lejos de aparecer triste, se mostraba gozoso. Por ello uno de los compañeros lo reprochó como si fuese un insensato, pues se alegraba estando encarcelado. A esto respondió Francisco con voz firme: “¿Qué pensáis de mí? Todavía he de ser honrado en el mundo entero”» (TC 4).

SEGUNDO ENCUENTRO: CON LOS POBRES
El segundo momento del camino vocacional de Francisco está caracterizado por la salida de sí mismo y la apertura al mundo de los otros, en particular al de los pobres. También aquí se da un proceso que comienza con el rechazo de ellos, pasa por una actitud paternalista y culmina en su identificación con los pobres. Las fuentes biográficas nos ofrecen varios datos, de los cuales tendremos en cuenta los más importantes.
Es muy sintomático que desde su primera página, después de una breve presentación del nacimiento de Francisco, la Leyenda de los tres Compañeros lo coloque en relación con los pobres. En efecto, cuando el texto traza su semblanza psicológica lo describe como un joven adornado con varias virtudes naturales, sobre todo con la cortesía en sus palabras y modales y su alegría (cf. TC 3). Más aún, es un joven que es capaz de reconocer sus cualidades y que quiere ponerlas al servicio de los pobres: «De este nivel de virtudes naturales fue elevado al de la gracia, pudiendo decirse a sí mismo: “Pues eres generoso y afable con los hombres, de los cuales nada recibes, sino favores transitorios y vanos, justo es que por amor de Dios, que es generosísimo en dar la recompensa, seas también generoso y afable con los pobres”. Y desde entonces veía con satisfacción a los pobres y les daba limosna abundantemente» (TC 3). Con estas palabras la Leyenda de los tres Compañeros no sólo destaca en su amor a los pobres una manifestación de su buena índole, sino que indica un primer paso en su apertura hacia ellos, o sea que los ve con satisfacción.
TERCER ENCUENTRO: CON LOS LEPROSOS
El encuentro con el leproso es uno de los episodios más hermosos de la vida de Francisco desde el punto de vista hagiográfico. Con frecuencia es tenido en cuenta sólo desde su dimensión dramática, por lo cual ha sido un recurso obligado para los narradores de todos los géneros y aun para los pintores. Pero su valor y su significado van mucho más allá de lo pintoresco. En efecto, fue tal la incidencia que tuvo en la vocación de Francisco, que se constituyó en un factor determinante de su respuesta a la llamada del Señor y le dio un matiz específico a su espiritualidad. Podría ser considerado como un complemento de su encuentro con los pobres, pero merece ser tratado de forma independiente a causa de los aspectos nuevos que aporta al proceso vocacional del santo.
El famoso episodio del beso al leproso es contado por cuatro de las más primitivas fuentes hagiográficas, aunque con algunas variantes entre ellas que marcan en un cierto sentido la interpretación del hecho, dándole un significado cada vez más místico o sobrenatural. Siguiendo nuestra propuesta metodológica, tomamos como punto de referencia la narración de la Leyenda de los tres Compañeros, la cual dice que, «yendo Francisco un día a caballo por las afueras de Asís, se cruzó en el camino con un leproso. Como el profundo horror por los leprosos era habitual en él, haciéndose una gran violencia, bajó del caballo, le dio una moneda y le besó la mano. Y habiendo recibido del leproso el ósculo de paz, montó de nuevo a caballo y prosiguió su camino» (TC 11). Para la Leyenda de los tres Compañeros el relato tiene una dinámica en cuatro momentos: a) Francisco va a caballo y se cruza con el leproso; b) baja del caballo, le da una moneda y le besa la mano; c) recibe un beso del leproso y monta de nuevo a caballo; d) sigue su camino. En la Vida primera de Celano el relato es de una gran simplicidad: a) Francisco se encuentra con el leproso; b) se llega a él y lo besa (cf. 1 Cel 17). La Vida segunda de Celano sigue más de cerca el esquema de la Leyenda de los tres Compañeros, pero agrega un elemento misterioso; en efecto: a) Francisco va a caballo y se cruza con un leproso; b) baja del caballo y lo besa; c) le da limosna y le besa la mano; d) monta el caballo y el leproso desaparece (cf. 2 Cel 9). La Leyenda Mayor (cf. LM 1,5) sigue el mismo esquema de la 2 Cel.
CUARTO ENCUENTRO: CON EL CRUCIFICADO
Después de narrar el encuentro de Francisco con el leproso en las cercanías de Asís, Buenaventura hace referencia a un primer encuentro con Cristo, en el contexto de un momento inicial de oración y discernimiento del joven convertido. Dice que «mientras un día oraba totalmente aislado y debido al gran fervor en que estaba absorto en Dios, se le apareció Cristo Jesús como un crucificado. A su vista quedó su alma derretida y el recuerdo de la pasión de Cristo se imprimió de tal manera en lo más íntimo de su corazón que, desde aquel momento, cuando le venía a la memoria la crucifixión de Cristo, con dificultad podía contener externamente las lágrimas y los gemidos, como él mismo más tarde lo declaró confidencialmente, cuando se acercaba a la muerte» (LM 1,5). Ninguna de las otras fuentes hagiográficas hace mención de este encuentro y no sabemos de dónde lo haya tomado el autor de la Leyenda Mayor. De todas maneras, aunque tuviese un significado más místico que histórico, es importante tener en cuenta que en esta visión Cristo aparece bajo una dimensión kenótica, y que es colocada inmediatamente después del episodio del encuentro con el leproso.
Pero el encuentro con Cristo en el cual concuerdan las más importantes fuentes y que constituyó otro de los momentos determinantes del proceso vocacional de Francisco es el ocurrido en la iglesita de San Damián. La Leyenda de los tres Compañeros narra así la parte central de este encuentro: «Cuando caminaba cerca de la iglesia de San Damián, le fue dicho en el espíritu (dictum est illi in spiritu) que entrara a orar en ella. Luego que entró se puso a orar fervorosamente ante una imagen del Crucificado, que piadosa y benignamente le habló así: “Francisco, ¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues, y repárala”. Y él, con gran temblor y estupor, contestó: “Con gusto lo haré, Señor”. Entendió que se le hablaba de aquella iglesia de San Damián, que, por su vetusta antigüedad, amenazaba inminente ruina. Después de esta conversación quedó iluminado con tal gozo y claridad, que sintió realmente en su alma que había sido Cristo crucificado el que le había hablado» (TC 13). Un poco más adelante el texto agrega: «Desde ese momento quedó su corazón llagado y derretido de amor ante aquel recuerdo de la pasión del Señor, de modo que mientras vivió llevó siempre en su corazón las llagas del Señor Jesús, como después apareció con toda claridad en la renovación de las mismas llagas admirablemente impresas en su cuerpo y comprobadas con absoluta certeza» (TC 14). El capítulo V de la Leyenda de los tres Compañeros termina con estas palabras: «Desde la visión y alocución de la imagen del crucifijo, fue hasta su muerte imitador de la pasión de Cristo» (TC 15). La dinámica del relato se puede sintetizar en cinco pasos: a) Francisco, siguiendo una moción interior, entra en la iglesita de San Damián; b) ora ante la imagen del Crucificado; c) diálogo entre el Crucificado y Francisco; d) Francisco interpreta el mandato como la reparación de la iglesia material; e) consecuencias del encuentro con Cristo: gozo interior, convicción de que era Cristo quien le había hablado, su corazón quedó llagado por el recuerdo de la pasión del Señor.
QUINTO ENCUENTRO: CON EL EVANGELIO
El encuentro de Francisco con el Evangelio presenta algunas dificultades históricas, en cuanto las fuentes biográficas relatan dos episodios relacionados con el Evangelio que resultaron determinantes para su vocación: uno en la iglesita de la Porciúncula, narrado por tres fuentes (TC 25, 1 Cel 22, LM 3,1), y otro en la iglesia de San Nicolás, cerca del mercado de Asís, narrado por cuatro (AP 11, TC 29, 2 Cel 15, LM 3,3). El primero tiene como protagonista sólo a Francisco y se refiere a un texto de misión (Mt 10,9-10; Lc 9,3; 10,4); en el segundo intervienen, junto al santo, sus primeros compañeros, y se refiere a tres textos evangélicos relacionados con el seguimiento de Cristo (Mt 19,21; Lc 9,3; Mt 16,24) que son de carácter fundacional, en cuanto constituyen el núcleo mismo de la vida religiosa.
Sin entrar aquí en discusiones de carácter histórico, en principio pensamos que el uno no excluye al otro, pues no hay entre ellos oposición intrínseca; al contrario, creemos que son complementarios y tal vez por ese motivo fueron asumidos ambos por la Leyenda de los tres Compañeros y la Leyenda Mayor. En este estudio damos primacía el encuentro ocurrido en la Porciúncula, no sólo porque es el que al parecer tiene la prioridad cronológica, sino porque contiene una gran fuerza en la dinámica narrativa y porque marca un paso de gran importancia en el proceso vocacional de Francisco.
Fieles al criterio metodológico seguido en los pasos anteriores, partimos del relato que hace la Leyenda de los tres Compañeros: «Cuando el bienaventurado Francisco acabó la obra de la iglesia de San Damián, vestía hábito de ermitaño, llevaba bastón y calzado y se ceñía con una correa. Habiendo escuchado un día en la celebración de la misa lo que dice Cristo a sus discípulos cuando los envía a predicar, es decir, que no lleven para el camino ni oro ni plata, ni alforja o zurrón, ni pan ni bastón, y que no usen calzado ni dos túnicas, y como comprendiera esto más claro por la explicación del sacerdote, dijo transportado de indecible júbilo: “Esto es lo que ansío cumplir con todas mis fuerzas”. Y, grabadas en su memoria cuantas cosas había escuchado, se esforzó en cumplirlas con alegría, se despojó al momento de los objetos duplicados y no usó en adelante de bastón, calzado, zurrón o alforja; haciéndose una túnica muy despreciable y rústica, abandonada la correa, se ciñó con una cuerda. Adhiriéndose de todo corazón a las palabras de la nueva gracia y pensando en cómo llevarlas a la práctica, empezó, por impulso divino, a anunciar la perfección del Evangelio y a predicar en público con sencillez la penitencia. Sus palabras no eran vanas ni de risa, sino llenas de la virtud del Espíritu Santo, que penetraba hasta lo más hondo del corazón y con vehemencia sumían a los oyentes en estupor» (TC 25).
SEXTO ENCUENTRO: CON LOS HERMANOS
El encuentro de Francisco con los hermanos está en estrecha relación con el precedente, pero tiene características propias y es significativo no sólo porque perfecciona su proceso vocacional sino también porque le aporta uno de los elementos que especificarán su carisma en la Iglesia. Es narrado por las más importantes y antiguas fuentes hagiográficas, pero no de forma sistemática porque, entre otras cosas, los primeros hermanos no llegaron todos a la vez, sino poco a poco. Sobre los primeros compañeros existen algunos problemas no resueltos por los documentos primitivos, porque sólo se sabe el orden de llegada de algunos de ellos, porque los hagiógrafos no coinciden en los mismos nombres y porque sólo es posible reconstruir los nombres de ocho, mientras varias fuentes dicen que eran once o doce los que, junto con Francisco, se presentaron ante el Papa para pedirle la aprobación de la forma de vida. No es nuestra intención afrontar aquí estos problemas. Nos reduciremos a los momentos más significativos, a través de los cuales se puede ver con claridad cómo el joven convertido asume la presencia de los hermanos en su vida y se decide a fundar una Fraternidad u Orden. En este caso no analizaremos un episodio en particular, sino que señalaremos los pasos que fueron conformando esta etapa culminante del proceso vocacional del santo.
La primera cosa que anotan las fuentes es que la llegada de los primeros hermanos es motivada por el testimonio de vida de Francisco. «Cuando fueron conociendo ya muchos la verdad tanto de la doctrina sencilla cuanto de la vida del bienaventurado Francisco, hubo algunos que, después de dos años de su conversión, comenzaron a animarse a seguir su ejemplo de penitencia, y, despojados de todos sus bienes, se adhirieron a él con el mismo hábito y en el mismo género de vida. El primero de todos fue el hermano Bernardo, de santa memoria. Considerando la constancia y fervor con que el bienaventurado Francisco servía a Dios, a saber, cómo restauraba con tanto trabajo iglesias derruidas y llevaba una vida tan rigurosa, en contraposición a las delicadezas con que había vivido en el mundo, resolvió en su corazón repartir todo lo que tenía a los pobres y seguirle con firmeza en su vida y modo de vestir» (TC 27). Los mismos elementos se encuentran en las otras fuentes hagiográficas: AP 10; 2 Cel 15; LM 3,3; parcialmente también en 1 Cel 24. La mayoría de ellas insisten en que los primeros compañeros eligen vivir en penitencia y se unen a Francisco «en el hábito y en la vida» (habitu vitaque). Con ello están refiriéndose a aspectos muy importantes que hacen de la vida elegida un proceso de conversión entendido como vida religiosa, en lo que es llamado por las mismas fuentes una Ordo o Religio.
LOGROS
El grupo estuvo muy abierto a las propuestas hechas de los encuentros que marcaron la vocación de Francisco de Asís; así, al concluir el análisis de los pasajes biográficos que se refieren al proceso vocacional de Francisco de Asís, conviene dar una mirada de conjunto a los seis momentos más representativos de ese proceso, para insinuar algunos de los resultados que más incidencia podrían tener en la llamada pastoral de las vocaciones y que podrían servir a quienes se ocupan de esta tarea como punto de partida para una reflexión posterior.
Lo primero que se debe destacar es la coincidencia sustancial de las diversas fuentes sobre el proceso vocacional de Francisco. No obstante haber sido escritas en momentos diferentes por diversos autores y a pesar de los factores que influyeron en el enfoque de cada una de ellas, no se nota contradicción en los datos fundamentales que suministran.
La vocación inicial de Francisco ofrece un cuadro estupendo por la nitidez de los pasos dados y porque presenta en su conjunto los grandes elementos que deben formar parte de un proceso vocacional. Los aspectos pintorescos y dramáticos que se encuentran en varios de los episodios no interfieren el valor paradigmático que de suyo ofrecen para un joven común y corriente; al contrario, pueden ser estímulos de un sano idealismo y, sobre todo, ilustran muy bien los pasos que se pueden dar.
Los pasos del proceso no son necesariamente sucesivos; más aún, no siempre todos ellos son presentados por cada uno de los hagiógrafos ni con la misma progresión cronológica, pero estas diferencias no alteran el proceso como tal que, de todas maneras, conserva en su conjunto el dinamismo de los grandes momentos. Más que sucesivos, los encuentros son progresivamente simultáneos y en su conjunto presentan una inter-relación dialéctica.

SUGERENCIAS
El grupo es muy activo lo que nos permite trabajar con ellos las temáticas programadas sin mayores inconvenientes. Realmente es un grupo muy receptivos.

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